La tortuga y el roble
- 28 ago
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En un bosque tranquilo vivía una tortuga llamada Alma. Cada día, Alma se despertaba temprano y caminaba lentamente hacia el claro, donde ayudaba a recoger hojas, limpiar el arroyo y cuidar a los animales más pequeños. Nadie le pedía que lo hiciera, y pocos notaban su esfuerzo.
Un día, el viejo roble del centro del bosque habló por primera vez en siglos. Con voz profunda, dijo:
—He observado a todos los que habitan este bosque. Algunos brillan por su rapidez, otros por su fuerza. Pero hay una que brilla por su constancia: Alma, la tortuga.
Todos los animales se quedaron en silencio. Nunca habían pensado en lo que Alma hacía cada día. La miraron con nuevos ojos, y uno a uno comenzaron a agradecerle.
Alma no buscaba reconocimiento, pero al recibirlo, sintió algo cálido en su caparazón: no era orgullo, era paz. Porque el esfuerzo silencioso también merece ser visto.





